jueves, 7 de noviembre de 2013

Antonio Guzman Blanco: El Ilustre Americano


Existen mandatarios soberbios, autócratas e irreverentes, que se han aferrado al poder sólo para satisfacer su ego y su bolsillo, manipulando a las instituciones, doblegándolas hasta lograr que les rindan pleitesía, y una vez logrado, arremeten en contra de los países extranjeros, no sólo para buscar las reivindicaciones que consideran justas, sino para, en el escándalo generado, hacerse oír, tanto afuera como adentro del país. Todo eso hizo Antonio Guzmán Blanco y fue el mejor, patrón de referencia de todos los demás, quienes copiaron su estilo y lo trataron de adaptar a sus realidades y a sus épocas. Pero ninguno como él, quien unificó a Venezuela, creándole su identidad nacional y construyó además, como ninguno, la historia arquitectónica del país.

General Antonio Guzmán Blanco
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1880
Ministerio del Poder Popular para
Relaciones Exteriores.

Antonio Guzmán Blanco nace en Caracas en 1829, heredando el perfil político de su padre, Antonio Leocadio Guzmán, quien fue fundador del Partido Liberal, Vice Presidente de Venezuela y cuatro veces Ministro de Interior y Justicia, y parte de la fortuna de su madre, Carlota Blanco de Aristeguieta. Pero a pesar de esta anhelada posición aristocrática, su familia no era del agrado de casi nadie, debido a la ambigüedad oportunista del padre, quien cambiaba de bando político a conveniencia personal, desarrollando en el joven Antonio una personalidad de hierro, para poder enfrentar con dignidad, los desagravios sociales a consecuencia de las acciones de éste.

Antonio Leocadio Guzmán
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1874

Su impresionante carrera política despegó, casi, por casualidad. Antonio, estudiante de derecho para ese entonces, ejerce un cargo menor en el gobierno y fija su atención en la nieta del entonces presidente de Venezuela, el general José Tadeo Monagas, quien desaprueba la relación, pero poco podía hacer para distanciarla, hasta que vio, unos años después, en el horizonte lejano, la solución y nombra a Antonio, de tan sólo 25 años de edad, cónsul en la ciudad de Filadelfia en los Estados Unidos. Lo que éste nombramiento representaba para su futuro era más que el amor que lo unía a Luisa Teresa Giuseppi. Se marcha para el país norteamericano y desempeña su labor de manera impecable, recibiendo cada vez más cargos diplomáticos en el extranjero y de mayor relevancia, hasta que lograr ser el de Jefe de la Delegación Venezolana en Washington, y aun no cumplía los treinta.

José Tadeo Monagas

Un punto de inflexión en la vida de Antonio, que definió su carácter y afianzó como nunca su política liberal, fue La Revolución de Marzo de 1858, evento en que el ejército venezolano, ya cansado del abuso de poder de los hermanos Monagas, quienes habían modificación la Constitución Nacional a su conveniencia política impulsada por el entonces presidente, José Tadeo, y en la que se extendía el período presidencial de cuatro a seis años y permitiéndose además, por primera vez en la historia del país, la reelección inmediata. Esta revolución fue liderada por Julián Castro, quien asume el gobierno, y era, hasta ese día, fiel y gran amigo del ahora depuesto gobernante, como casi siempre pasa.

Julián Castro, presidente de Venezuela de 1858 al 1859.

 
El padre de Antonio, en una acción característica de su oportunismo político, siendo Vicepresidente de la Nación, se separa de inmediato de su aliado partidista y aclama su destitución e incluso su muerte, buscando, en éste acto de traición, un posible nuevo cargo en el nuevo gobierno conservador de Julián Castro, pero él, unos meses después, al no haber recibido ninguna regalía por su cabalgata traidora, participa en una conspiración (La Galipanada) y es obligado a exiliarse del país.

Antonio, apenas se enteró de esta cuestionable acción de su padre, se regresa de inmediato a Venezuela para aprovechar el caos reinante, ante la falta de carácter del nuevo presidente y afianzar nuevamente, debido a la crisis, el liberalismo, pero debido a la conspiración, aunque él no tuvo ninguna participación, es obligado a exiliarse y va rumbo a Curazao. Allí, junto a Juan Crisóstomo Falcón, se gesta la terrible Guerra Federal, que habrá de sumir al país en una sangrienta guerra ideológica: Conservadores versus Liberales. La guerra va a durar cinco años (1859 al 1863), teniendo en consecuencia un altísimo costo en vidas, alrededor de 200.000 personas, lo que equivale para ese entonces al 10% de la población, y una merma casi total de la ganadería nacional, en vista que casi todas las batallas se dieron en los Llanos.

El General Antonio Guzmán Blanco gesta su
carrera política con la suma de sus victorias
durante La Guerra Federal.

Como a veces ocurre en la lucha armada, los mismos aliados se enfrentan y la rivalidad pone en peligro la victoria, pero Antonio, quien se ganó la confianza de Juan Crisóstomo Falcón, intercede para conciliar a las partes, logrando enrumbar nuevamente a Ezequiel Zamora a la causa Federal. Este hecho, además de lo versátil y audaz que fue en sus campañas militares, todas exitosas, hacen de Antonio un político y militar de gran talla, lográndose al final el triunfo arrollador de los federales, y encaminándose él a la presidencia, lo cual logró por primera vez en 1870.

Arco de la Federación, inaugurado en 1895 por el presidente Joaquín Crespo en
homenaje al triunfo de los liberales en La Guerra Federal (1859 al 1863)

Con su característico estilo político, Antonio Guzmán Blanco, se apropia autocráticamente del poder en tres oportunidades: El Septenio (1870 al 1877); El Quinquenio (1879 al 1884) y el Bienio (1886 al 1888), creándose para sí, una de las mayores fortunas personales, utilizando distintas artimañas legales para conseguirlo, desarrollando una estructura de corrupción nacional muy imitada de allí en adelante, por la gran mayoría de los que han ostentado él poder. Pero a diferencia de muchos, logra a su vez, importantes progresos sociales, culturales y civiles.

Estatua de Antonio Guzmán Blanco conocida como "El Saludante",
frente al Palacio de las Academias en Caracas. Hoy inexistente.
 

Su interés masónico: intelectual y progresista, lo lleva a enfrentarse con La Iglesia Católica, para esa época retrógrada y muy conservadora, pero la única institución, hasta el momento, no doblegada por él.

Rivaliza con el recién nombrado Arzobispo de Caracas, Monseñor Guevara y Lira, a quien presiona de forma directa e indirecta, eliminándole o limitándole las prerrogativas que esta institución, hasta la fecha, gozaba. Las más relevantes, de carácter político, fueron: crear el Registro Civil, eliminando el Registro Parroquial, con el cual, la Iglesia Católica presionaba a todo ciudadano, fuera de la fe que fuera, a ser bautizado, para registrar así su nacimiento; impone a su vez como requisito legal el matrimonio civil antes que el religioso y aprueba el divorcio; crea la educación pública y gratuita y laica; ordena el cierre de todos los monasterios, claustros y templos, transfiriendo la educación superior a las universidades; y decreta la separación de La Iglesia Venezolana de la autoridad Vaticana, con lo que logra, en 1873, finalmente, por el papa León XIII, en un intento desesperado de evitar daños mayores, sustituyendo al Arzobispo y otorgándole total libertad a Antonio para que nombrase él a quien más le conviniera, lo cual hizo. En gratitud, Antonio Guzmán Blanco, va a construir importantes iglesias: La Iglesia de Santa Ana, la de Santa Teresa y La Basílica de Santa Capilla.

Una edificación, dos iglesias: Santa Ana y Santa Teresa, finalizada en 1881.
Cabe destacar que la esposa de Antonio Guzmán Blanco se llama Ana Teresa.
Basílica Menor Santa Capilla, construida en 1883 en tan sólo 6 meses.

Pero algunas antiguas sedes religiosas dan paso a lo modernidad visualizada por Antonio, quien ordena la construcción del Palacio Federal Legislativo en los terrenos expropiados del Convento de las Reverendas Madres de la Inmaculada Concepción, edificación que fue parcialmente inaugurada en 1873, a cinco meses del inicio de la obra. Las instalaciones, hasta 1961, albergó las sedes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Palacio Federal Legislativo, finalizado en 1877 y diseñado por Luciano Urdaneta.

De igual manera, otra sede religiosa expropiada fue la Iglesia de la Santísima Trinidad, la cual estaba en ruinas desde el terremoto de Caracas de 1812. Antonio decide construir allí el Panteón Nacional, para albergar los cuerpos de todos los personajes relevantes, incluyendo, a futuro, el suyo… por supuesto, lo que no logró hasta 1999. La arquitectura de la edificación debía ser grandiosa, pero no podía ser identificada como una construcción eclesiástica. El cuerpo de Simón Bolívar, que reposaba desde 1842, hasta la fecha, en La Catedral de Caracas, es trasladado al recinto en 1874. Antonio Guzmán Blanco, para tan magno evento, va de la mano de la nana de Simón Bolívar, la Negra Matea, que a la fecha cuenta con 101 años de edad. Ella muere a la edad de 112 años.

Antigua iglesia de la Santísima Trinidad, destruida por
el Terremoto de Caracas en 1812.
Ilustración: Ferdinand Bellermann, mediados del siglo XIX
Diseño original del Panteón al momento de su inauguración en 1875.
 
El Panteón Nacional de Venezuela, re inaugurado en 1929. Diseño de
Manuel Mujica Millán.

En el ámbito cultural, deseando imitar el modelo parisino, desarrollado por el emperador Napoleón III, construye el Teatro Baralt en la ciudad de Maracaibo y el Teatro Guzmán Blanco, hoy en día teatro Municipal de Caracas. A su vez, crea becas artísticas, de los cuales salen favorecidos: Arturo Michelena y Cristóbal Rojas, entre otros.

Teatro Guzmán Blanco, actual Teatro Metropolitano.
Diseñado por el arquitecto Jesús Muñoz Tébar y finalizado
en 1881. Su primera obra fue la ópera Il Trovatore de
Giuseppe Verdi.

Propaga el nacionalismo independentista, adoptando en 1881 el “Gloria al Bravo Pueblo”, como Himno Nacional de Venezuela, música patriota creada el 19 de abril de 1810 y atribuida a  Vicente Salias y a Juan José Landaeta. También instaura La Casa de la Moneda y sustituye la moneda de circulación nacional: el “Peso Venezolano” por el “El Venezolano” y luego por El “Bolívar”, a partir de 1879.


Moneda de oro de 100 Bolívares, "El Pachano", en honor a
Jacinto Regino Pachano, inspector de la Casa de la Moneda.

En 1874, en la Plaza Bolívar, antigua Plaza de Armas, Antonio Guzmán Blanco hace erigir la estatua del Libertador, réplica de la estatua en la plaza homónima de la ciudad de Lima, Perú, diseñada en 1825 por el escultor italiano Adamo Tadolini.


Plaza Bolívar, antigua Plaza de Armas de Caracas.

Construye el Parque del Calvario, originalmente llamado Parque Antonio Guzmán Blanco, como casi todo lo que hacía.

Estatua de Antonio Guzmán Blanco, mejor conocida como "el Manganzón",
en lo alto de las escalinatas del Parque del Calvario. Esta estatua luego fue
derribada y en su lugar se colocó la de Cristóbal Colón que a su vez fue
sustituida por la del Cacique Guaicaipuro, que también fue desplazada para
ubicar, por ahora, la de Ezequiel Zamora.


Crea una sede permanente para el Templo Masónico de Caracas, instala las primeras redes telefónicas, comienza con el trazado eléctrico nacional y crea el sistema de alcantarillado y cloacas, destinando su caudal residual, por mala asesoría, al río Guaire.

Moderniza la red ferroviaria, realizando una proeza de ingeniería para la época. Construye la línea que va desde el Puerto de la Guaira hasta Caracas, con una diferencia de 900 metros de altura y la Cordillera del Centro en el medio.

El tren a la Guaira ayudó al crecimiento de la ciudad de Caracas.

En 1888, aquejado de mala salud y mucha impopularidad, prefiere renunciar, dejando en el cargo a su fiel amigo, Juan Pablo Rojas Paúl, para retirarse él a su amada París en donde va a morir en 1899.

Cortejo fúnebre de Antonio Guzmán Blanco en París, 1899.

A lo largo de las décadas, Antonio Guzmán Blanco, ha tenido grandes admiradores y muchos detractores, pero no hay duda, lo que somos hoy como Nación, en gran medida se la debemos a él.

El escritor Tomás Polanco Alcántara escribe en 1992, Guzmán Blanco: Una tragedia en seis partes y un epílogo y el dramaturgo José Ignacio Cabrujas escribe en 1986 El Americano Ilustrado, obra puesta en escena en el año 2000, por El Grupo Actoral 80.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario