viernes, 27 de diciembre de 2013

El Sitio de la ciudad de Leningrado


En una guerra, las estrategias de cada batalla o cada enfrentamiento, tienen características particulares, no es de sorprender que los altos oficiales estén más tiempo estudiando mapas que entablando batallas, pero a veces, sobre la marcha, hay que adaptarse. Ya lo había dicho el gran estratega alemán del siglo XIX Helmuth von Moltke “Ningún plan sobrevive a los primeros cinco minutos después de encontrarse con el enemigo.” El éxito depende de la buena improvisación.

La ciudad báltica de Leningrado, antes, San Petersburgo en honor a su fundador el zar Pedro I el Grande, y luego cambiado su nombre al héroe fundador de la revolución bolchevique, Vladimir Ilich Lenin, era culturalmente orgullosa y muy europea, a diferencia de la capital, Moscú, demasiado alejada de las otras ciudades y enclavada en el corazón de La Unión Soviética. Sus habitantes nunca se imaginaron, cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, que ellos en algún momento podrían ser víctimas de sus “aliados”, los alemanes.

De hecho, el primer sorprendido, cuando los alemanes invadieron en 1941 suelo soviético, evento conocido como Operación Barbarroja, fue su líder, Joseph Stalin. No era de sorprender, ya que pocos se acuerdan, que él y Hitler, habían firmado unos años antes el Pacto de no Agresión y en compensación y agradecimiento, la Unión Soviética recibió una gran tajada de la derrotada Polonia, tras su sorpresivo ataque relámpago, al indefenso país, creando sí, una reacción de las otras naciones occidentales y con ello, el inicio de La Segunda Guerra Mundial.

El Pacto de no Agresión, firmado por Alemania y la Unión
Soviética, fue la antesala a la invasión de Polonia, ideada
por Hitler y apoyada por Stalin, a cambión de una gran
tajada territorial: la mitad oriental del país, al ser conquistado.
Pero Adolfo Hitler se dejaba llevar más por la pasión que por la razón y lanzó una ambiciosa campaña conquistadora al inmenso país Soviético, el más grande del Mundo y por mucho, 22.500.000 Km2, sin haber aprendido nada de la historia, 140 años atrás Napoleón lo intentó y fracasó.

Mapa de la Unión Soviética, conformado por sus 15 territorios federales.

Con ésta acción, Hitler, buscaba eliminar el comunismo y a toda la raza eslava, creando una “cruzada” europea en contra de Asia, reivindicando, en su imaginario racial, las invasiones bárbaras, siglos atrás, en contra del Imperio Romano, por Atila el Huno, y así, recuperar un territorio que él cree propio, que a su vez serviría como espacio vital, para satisfacer las necesidades del pueblo alemán, por siglos, expulsando, más allá de Los Montes Urales, a los pocos eslavos sobrevivientes.

Su plan era invadir, durante el verano de 1941, con tres grandes ejércitos (Norte, Centro y Sur), en una sola gran campaña, rodeando y derrotando a las tropas soviéticas, de mayor número, pero muy mal equipadas, en un par de meses. La extensa maniobra, que comprometía a unos 4.000.000 de soldados, 3.350 tanques, 4.390 aviones y 46.000 piezas de artillería, no era compartida por todos los miembros del Alto Mando Alemán, pero ninguno, a pesar de su pesimismo, se atrevió a enfrentar a Hitler, en sus sueños de grandeza, dispuesto a reivindicar a Napoleón Bonaparte y a emular al gran emperador Sacro Alemán, del siglo XII, Federico I, en cuyo honor se nombró esta gran acción militar: Operación Barbarroja, por el color de sus barbas.

El Ejército del Norte debía tomar a Leningrado, asegurar los territorios bálticos y una vez cumplido esos objetivos, el excedente de soldados se internaría en territorio soviético para apoyar al Ejército del Centro, cuyo objetivo era el de conquistar a Bielorrusia, la ciudad de Moscú y apropiarse de toda la zona central, y el Ejército del Sur tenía como objetivo, Ucrania, toda el área al norte de Mar Negro, muy rica en petróleo y por supuesto la icónica ciudad de Stalingrado.

Mapa estratégico de objetivos alemanes durante La Operación Barbarroja.

El Alta Mando Alemán, no dudaba de la capacidad del país soviético en crear un gran ejército a corto plazo, mayoritariamente conformado por campesinos reclutados, sin experiencia ni disciplina militar, presa fácil para sus soldados. Pero ignoraban del poderío militar con el que contaban, sin duda, muchos de ellos obsoletos, pero de igual manera allí: 15.000 tanques, 12.000 aviones y 35.000 piezas de artillería, y más aun, un aliado silencioso, el invierno.

Poster propagandístico soviético, representando
la temible contraofensiva, liderada por sus
tanques T-34, y poniendo a correr a todos
sus enemigos.

La fecha pautada para el inicio de La Operación Barbarroja era el 15 de mayo, pero la incapacidad de Benito Mussolini, aliado de Hitler, en consolidar sus conquistas en Grecia, obliga al Führer a retrasar su campaña soviética, para asistir a las tropas italianas y lograr sus objetivos en pleno corazón del Mar Mediterráneo, básico para el éxito de todo su plan.

La invasión comienza un mes después, en junio, ajustándose, por mucho el calendario invernal, pero el exceso de confianza, en el lograr todo el objetivo, en tan sólo dos meses, impulsa a los alemanes en dar inicio, ese mismo año, con la heroica cruzada. El clima, primero las abundantes lluvias y luego el inclemente invierno, jugaron papel protagónico en el rotundo fracaso de toda la campaña.

El barro hizo casi imposible el avance, al igual que la política de "Tierra
Arrasada", implementada por el zar Alejandro I durante la invasión napoleónica
de 1812 y vuelta a implementar por Stalin, obligando a los alemanes a
depender de una red de suministros, que nunca llegó a ser efectiva.

El ejército del Norte de inmediato se dirige a su objetivo inicial, la ciudad de Leningrado, pero las cosas casi nunca salen como se planean y hubo de improvisar. Ante la imposibilidad de triunfar y tomar por la fuerza a la metrópoli, se le presenta a Hitler un dilema: continuar con el ataque frontal, a un alto costo, sitiar la urbe o redirigir a sus tropas al Centro para consolidar el segundo objetivo del Plan Maestro.

Decide entonces aplicar una estrategia obsoleta, sitiar a Leningrado y esperar que el hambre, el frío y las enfermedades acaben con la población. Esa estrategia funcionaba en la Edad Media cuando los poblados eran mucho más pequeños y en la mayoría de los casos las fortalezas tenían redes ocultas de abastecimiento. El sitio de Troya duró diez años y fue la estrategia y no el sitio lo que venció a la impenetrable ciudad griega.

La ciudad se defendió con lo que tenía a su disposición.

La obsesión de Hitler por conquistar a la ciudad del norte, le afectó el resto de su estrategia, pero en donde el pueblo idolatra a su Führer, ningún militar tuvo el coraje de enfrentársele. El ejército del Centro no recibió nunca el apoyo del ejército del Norte y con el tiempo sucumbió sin lograr sus objetivos.

Cada ciudadano defendió su orgullosa ciudad. Leningrado
sobrevivió y su legado inspiró la retaliación en contra Alemania.

El ejército alemán del Norte, apoyado por la División Azul española, cortó todas las rutas de suministros y enfrentaron todo tipo de ofensivas, conteniendo a civiles y militares, condenándolos al hambre, más de tres millones de personas.

La estatua de bronce del zar Pedro I, fundador de la ciudad,
montada sobre un pedestal, conocido como La Piedra de
Trueno, movilizada hasta su enclave, por fuerza humana; la
piedra más grande jamás trasladada, 1.500 toneladas. 

Existe una leyenda en la ciudad, y es que si la estatua de Pedro I
cae, la ciudad colapsa, así que muchos esfuerzos se hicieron
para proteger a esta colosal escultura.

El cálculo inicial de abastecimiento, en la sitiada ciudad, alcanzaba tan sólo para dos meses, así que hubo que racionar los alimentos por jerarquía humana (obreros, administradores y niños) a 600 gr., 500 gr. Y 400 gr. por día respectivamente. Se buscó una línea de abastecimiento que se conoció como El camino de la Vida, pero no era suficiente para alimentar a toda la población. Para complicar la situación ese año se produjo uno de los inviernos más fuertes de la historia, a lo que la falta de combustible, cobró aun más vidas, y se vieron en la obligación de quemar todos los libros de la biblioteca para solventar un poco la crisis. Los pobladores tuvieron que recurrir a otras alternativas: palomas, gatos, perros, ratones y, por qué no, seres humanos, de los cuales tampoco iban a obtener mucho, ya que habían muerto de inanición.

Las míseras raciones estaban diseñadas para
mantener con vida al ciudadano común, lo suficiente
para mantener la energía que se requería para luchar.

Con el paso de los años, tres en total, el ejército alemán se fue debilitando y finalmente los soviéticos lograron romper el cerco y abastecer a la ciudad, que resistió más de 900 días incomunicada, sin suministros médicos o alimenticios, muchos de ellos sucumbiendo al intenso frío, año tras año. La cifra de muertos civiles ronda el millón y medio. A pesar de todo, la moral se mantuvo intacta e inspiró a las fuerzas rusas en su retaliación contra Alemania. En el año 1945 Leningrado recibió el título de Ciudad Heroica.

Con el fin de La Unión Soviética, la ciudad retoma su nombre original: San Petersburgo.
  

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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