miércoles, 29 de abril de 2015

La ejecución de Girolamo Savonarola


En la Piazza della Signoria en Florencia se aglomeran cientos de personas, expectantes, ansiosas, es temprano en la mañana y un evento relativamente cotidiano está por llevarse a cabo, la ejecución de unos condenados, pero éstos no son meros delincuentes, éstos tres personajes, cuatro años atrás ejercieron el poder absoluto en la República de Florencia y ahora, excomulgados, torturados y confesos, van a enfrentar el castigo mayor, la muerte. Su líder, Girolamo Savonarola, un fanático fraile dominico, cuya elocuencia atrajo a seguidores, miles, muchos de ellos hoy allí esperando ver como su cuerpo arde.

Girolamo Savonarola (c.1498)
retrato pintado por Fray Bartolomeo
Museo de San Marco, Florencia, Italia


 Girolamo Savonarola nace en la ciudad de Ferrara del vientre de una familia acomodada, que tenía para él grandes deseos que se convirtiera en un prominente médico, pero él decidió la vida monástica, a pesar que para esa época si el padre poseía dinero podía comprar cargos seculares dentro de La Iglesia, de obispo e incluso cardenal, pero no, Savonarola prefirió ingresar en el convento de los Dominicos en la ciudad de Bolonia. Entre cuatro paredes desarrolló un pensamiento radical, podríamos decir hasta revolucionario, para la época en que se vive, el Siglo XV, el Quatrocientto Italiano, el Renacimiento, la liberación de las artes, la liberación del espíritu de los tabúes religiosos, la pérdida del miedo al “castigo divino”, el desarrollo económico y el deseo de vivir, vivir intensamente. Al menos para un reducido sector de la población, el resto, la gran mayoría, continúa igual, muy alejados del beneficio de Los Años Dorados.

Savonarola predicando
Estatua en su ciudad natal de Ferrara, Italia

Las ideas de Savonarola, enmarcadas en la rigurosa fe católica, añoran el retorno a lo sencillo, a épocas pasadas, rechazando la frugalidad, los excesos, la depravación y los medios con los que el mensaje es transmitido, el Arte. Él comienza su cruzada personal con escritos, que son difundidos gracias al recién desarrollo de la imprenta, pero se da cuenta que sus palabras son más poderosas entre las clases oprimidas, que además no saben leer, o al menos no todos. Su elocuencia fue legendaria y el número de adeptos se incrementó de unos cuantos entusiastas hasta lograr reunir a miles de personas, que día a día se congregaban, haciendo de él su guía espiritual. Él expresaba abiertamente lo que muchos pensaban pero deseaban oír. Como es natural, el tonó de sus denuncias se eleva y las críticas van más allá, hasta el Papa y su entorno. Este Papa no es otro sino Alejandro VI (Rodrigo Borgia).

Papa Alejandro VI (Rodrigo de Borgia)
Autor, Cristofano dell´Altissimo
Museo del Corredor Vasariano, Florencia

Corre el año 1494, uno que pasará a la historia, porque marca el fin del poder del los Médici, con la muerte de Lorenzo, el más ilustre de todos, finalizando 70 años ininterrumpidos de dominio familiar (por el momento), evento que le genera el ascenso a la más alta jefatura de la República de Florencia a Savonarola. Ahora desde arriba él podía ejecutar sus ideas revolucionarias y exigirles a todos, su fiel cumplimiento, porque con la autoridad viene la represión y él no sólo la utilizó, abusó de ella. Se dice que en el lecho de muerte de Lorenzo, él le niega el perdón, maldiciéndolo al infierno.

Savonarola niega el perdón de los pecados a Lorenzo de Médici

Desde el punto de vista de Girolamo Savonarola la manifestación más evidente de la caída de los “verdaderos” valores espirituales es la vanidad y todo lo que ella trae, razón por la cual organizó, no una, sino varias Hogueras de las vanidades, en pleno centro de la Piazza della Signoria, en donde todos, fieles seguidores o no, lanzaban a las abrazadoras llamas objetos considerados perversos: espejos, cosméticos, libros “cuestionados”,  vestidos, instrumentos musicales, pinturas e incluso joyas, creyendo, porque eso es lo que pregonaba Savonarola, que con la destrucción de lo efímero se llega más rápido al cielo. La más famosa de todas fue en 1497, justo un año antes y en el mismo lugar en donde va a ser quemado en la hoguera.

La hoguera de las vanidades (de Bernardo de Siena)
Relieve en el Oratorio de Bernardino da Siena, Siena, Italia

Su estrepitosa caída se da por sus ataques punzantes y constantes en contra del Papa Alejandro VI, líder de la fe católica e importante figura política, cuya autoridad, más allá de sus pecados personales, nadie cuestiona. Si el papa excomulga, la gente acata y rechaza, porque existe una superstición implícita de caer en desgracia junto al condenado. No hay duda que es muy fácil señalar y criticar el estilo de vida de Alejandro VI, hombre en extremo ambicioso, rencoroso, maquiavélico, promiscuo, escandaloso e incluso, a través de la mano de su hijo Cesar, asesino, de no haber sido tan polémico no se hubiesen escrito tantos libros de él, no existirían películas e incluso ahora una exitosa serie de televisión; hoy éste personaje entretiene pero antes se le temía. Savonarola había desbordado el vaso de la paciencia del papa y Alejandro VI lo excomulgó, lo envió a prisión, lo torturó por 50 días hasta lograr una confesión firmada de sus “pecados” y luego lo condenó a muerte. Una vez consumido su cuerpo por las llamas, las cenizas fueron lanzadas al río Arno para evitar la idolatría de sus reliquias.

La quema de Savonarola
Obra anónima en el Museo de San Marco, Florencia

No es de sorprender que tan rápido como surgió se hundiera, a pesar que existe un grupo de fans, incluso en la actualidad, que está abogando por el reconocimiento de sus virtudes e incluso una solicitud por su santificación está introducida en el Vaticano. Pero no hay duda que en los cuatro años que duró su régimen afectó en sobremanera el intenso desarrollo intelectual y artístico que se había generado en Florencia, cuna del Renacimiento, espantando a todos los artistas, quienes prefirieron emigrar a lugares más amigables que les permitieran desarrollar toda su capacidad con libertad.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi